Cuando el miedo gana a la razón y al corazón…

Fenix Magenta

 

 

Decía Blaise Pascal que el corazón tiene razones que la razón no comprende, y es algo que vemos a diario, decisiones que se toman por no se sabe qué razón que reside más en nuestros sentimientos que en nuestro pensamiento.

Sin embargo, en ocasiones, ambos poderes coinciden en nuestro pensamiento y no tomamos la decisión que nos piden a dúo, y es porque entra en juego un tercer factor, el miedo.

Creo que eso nos ocurrió en las pasadas elecciones municipales y autonómicas, el miedo de los ciudadanos a desperdiciar su voto les hizo decidir votar a otro partido que, aún no llenando su corazón ni su razón, consideraban que sí tendría fuerza para cambiar algo, aunque no fuera todo lo que ellos querían cambiar.

El proyecto de UPyD representa lo que casi todos los españoles quieren y necesitan cambiar, otra forma de hacer política, una política para las personas, para resolver sus problemas, una política que ya hemos demostrado que se puede hacer, que ya hemos hecho en las instituciones. Una política capaz de escoger las mejores ideas de cada partido, de cada político, de cada ciudadano, ideas para aportar soluciones a las inquietudes de todos los españoles, capaz de proponer y de apoyar medidas sin sectarismos, sin tener en cuenta de dónde vienen, sino sólo si son útiles o no. Eso es UPyD.

Pues bien, algo parecido creo que nos pasó el día 11 de julio en nuestro congreso extraordinario de UPyD. Nuestras propuestas llegaron al corazón y a la razón de los afiliados, lo vi, lo leí en sus caras mientras recorría más de 7000 kms en dos semanas hablando con todos los afiliados y simpatizantes que querían escucharnos, lo escuché de sus bocas mientras debatíamos sobre la situación de nuestro partido y nos pedían explicaciones de nuestros planteamientos.

Sin embargo venció el miedo, a pesar de que las otras candidaturas tenían algunas propuestas muy parecidas a las nuestras algunas eran totalmente incompatibles, y eran propuestas muy razonables y que los afiliados acogían de buen grado pero… venció el miedo. Miedo a que no fuéramos capaces de llevar a cabo nuestros planes, miedo a que nuestra poca visibilidad mediática, nuestra poca fama, nos hiciera más pequeños en los medios de lo que habíamos llegado a ser.

Sigo manteniendo que el programa de la Alianza Magenta era el mejor que se presentaba en este congreso extraordinario de UPyD, y seguiré intentando que se lleve a cabo en la mayor extensión posible. No, no me voy, no creo que ninguno de los miembros de la candidatura se vaya simplemente porque no hemos ganado, estamos curtidos en mil batallas, y hemos perdido muchas de ellas, pero no nos sentimos fracasados.

Creemos que el mensaje ha calado y daremos un voto de confianza al ganador. Nos hemos puesto a disposición de Andrés Herzog para ayudar en lo que podamos para levantar el proyecto, que es lo que nos une a él y al resto de afiliados y simpatizantes. Habríamos hecho lo mismo en caso de que hubiera ganado Irene Lozano, porque también nos une lo mismo a ella y a los miembros y seguidores de su candidatura. Simplemente planteamos soluciones distintas y los afiliados han elegido. Ya está, se acabó la competición, ahora toca tirar todos del carro en la misma dirección.

Nada que reprochar al resto de candidaturas ni a los afiliados que no nos han votado, pero sí agradecer a los que lo hicieron y renovar nuestro compromiso con las propuestas planteadas en la campaña.

No quiero entrar en la discusión, que ya está en las redes, sobre qué hubiera pasado si nos hubiésemos retirado o si hubiésemos conseguido confluir con alguna de las candidaturas. Lo intentamos por todos los medios y no fue posible, y creo que el resultado habría sido muy semejante.

Ahora sólo queda ponerse a trabajar por sacar adelante el único proyecto político que puede poner a España en el lugar que merecen nuestros hijos.

Y para eso tenemos que REMAR UNIDOS como RENOVADORES en esta ALIANZA que nos une.

Bicefalia en UPyD: ¿Pero qué invento es ese?

Se está planteando en los foros de debate en los que participan afiliados de UPyD, que ni son muchos ni son oficiales, una cuestión que puede resultar fundamental para nuestro futuro más próximo.

En el grupo en el que trabajo para intentar reflotar nuestro proyecto, entre otras prioridades, hay una fundamental. Se trata de garantizar la neutralidad de los órganos del partido en los procesos electivos internos. Sin entrar en los detalles de las prácticas que haya podido haber y que nos hacen dar tanta importancia a este problema, consideramos que es algo fundamental, y que recoge el espíritu de nuestro manifiesto e incluso de nuestros estatutos, aunque luego su aplicación pueda estar en tela de juicio.

El problema es que cada punto de vista pone a esta cuestión un traje u otro. Yo incido en lo coherente que es garantizar la neutralidad, hay quien incide en lo peligroso que es que existan dos cabezas visibles en el partido.

Considero que la elección de un nuevo Consejo de Dirección no debe influir sobre el proceso de primarias que se habrán de celebrar para elegir a quien encabece nuestra lista para las elecciones generales. Hay quien piensa lo contrario, que quien sea portavoz del Consejo de Dirección habrá de ser cabeza de lista de las generales. Esta forma de verlo creo que banaliza absolutamente uno de nuestros más sagrados procedimientos: las Primarias.

Si el portavoz del Consejo de Dirección ha de ser cabeza de lista para las generales, ¿Para qué hacemos las primarias? ¿es una mera justificación para aparentar que mantenemos nuestros principios? Yo no lo veo así. Si hacemos primarias debe ser porque creemos que es la mejor forma de conseguir a la persona más capacitada para encabezar la lista, y para presidir el gobierno de nuestro país, indudablemente.

Además este razonamiento es aplicable al resto de niveles, Consejos Territoriales con elecciones autonómicas, Consejos Locales con Elecciones municipales… Así se entiende que algunos compañeros se resistieran a dejar paso a otros en la coordinación de los órganos cuando accedían a un cargo público. Yo lo hice, dimití como Coordinador del Consejo Local y se celebraron elecciones. El funcionamiento de UPyD en nuestro municipio no se resintió ni un ápice por esta cuestión, durante cuatro años hemos trabajado en sintonía, con alguna pequeña diferencia, por supuesto, pero que se ha arreglado sin mayor complicación y que ha enriquecido el trabajo. Claro que ambos, el Coordinador (y portavoz) del Consejo Local, y yo, como Portavoz del Grupo Municipal, teníamos un interés común: trabajar con UPyD por nuestros vecinos. Si hubiéramos antepuesto nuestros intereses personales probablemente habríamos tenido problemas. Si hubiéramos trabajado pensando en quién estaba mejor posicionado para las siguientes primarias habríamos tenido problemas…

Banalizar las primarias no es la única incoherencia de ese planteamiento. Hay otro, no sé si más o menos grave, pero igualmente importante: para garantizar que un órgano sea neutral ante cualquier proceso electoral no parece adecuado que quien dirige ese órgano, quien lo representa y es su cara visible, sea parte interesada del proceso electoral. No creo que haya que dar muchas explicaciones del porqué. Es verdad que no se puede conculcar el derecho de cualquier afiliado a presentarse a elecciones primarias y no planteo que se prohíba tal cosa. Sólo garantizo que yo no me presentaré.

Mi intención es trabajar para reflotar nuestro proyecto, no posicionarme para el futuro, ni convertirme en el cartel de UPyD para las elecciones.

Quizá debamos plantearnos en el futuro, en un IV Congreso con capacidad para cambiar nuestros estatutos, la solución a este problema. Quizá deba existir la posibilidad de una excedencia temporal. Es sólo un ejemplo de solución definitiva que sólo podrán decidir los afiliados, pero en este momento tan crítico y convulso yo no veo otra alternativa que garantizar la completa neutralidad del Consejo de Dirección que elegiremos el 11 de julio.

El nuevo CD tiene por delante una tarea ingente para llevar a buen puerto la reconstrucción del partido, y las primarias deberían celebrarse lo antes posible: en septiembre. Cuando hayamos elegido a la persona que encabezará nuestra lista al Congreso por la circunscripción de Madrid, todos tendremos que trabajar para que obtenga el mejor resultado posible, y esa persona tendrá que poner su mayor esfuerzo para que esto se cumpla.

De que UPyD siga adelante, de que los afiliados recuperen la ilusión, de que los que se fueron desilusionados vuelvan y nos presten su esfuerzo, de que dispongamos de las mejores herramientas posibles para realizar una buena campaña, de todo eso, nos ocuparemos desde el Consejo de Dirección.

Mi propuesta no es la bicefalia, sino la neutralidad. Creo sinceramente que es la única manera de conseguir la deseada cohesión interna de UPyD.

EL FUTURO DE UPyD TIENE QUE SER DE TODOS, O NO SERÁ

Faltan 30 días para la celebración del III Congreso de UPyD, en el que elegiremos entre todos un nuevo Consejo de Dirección.

Fieles a nuestra vocación de diálogo e integración, la Candidatura de las Bases sigue manteniendo reuniones con todos los demás aspirantes a dirigir el partido, aunque los resultados aún sean insatisfactorios, ésa es la verdad.

Este viernes me he reunido personalmente con Irene Lozano, tras otro encuentro con Andrés Herzog. Con ella el escollo es el mismo que con él: ambos quieren ser líderes del partido y cabezas de lista en las próximas Elecciones Generales y se oponen a que el nuevo Consejo de Dirección de UPyD sea un órgano neutral que vele por la limpieza de las primarias.

Andrés e Irene comparten una radical oposición a lo que ellos denominan “bicefalia”, y que en la Candidatura de las Bases consideramos parte de la identidad irrenunciable de UPyD: la necesidad de que el aparato del partido sea completamente neutral cuando los afiliados se enfrentan en elecciones internas, y que sea un órgano eficaz para integrar a ganadores y perdedores, una vez terminadas las primarias. Además ambos se declaran irreconciliables el uno con el otro, premisa que reduce considerablemente las posibilidades de llegar a acuerdos multilaterales.

Con los dos me he comprometido a no presentarme a las elecciones primarias que habrán de celebrarse en septiembre; a reorganizar entre tanto la estructura interna del partido, para que ellos puedan dedicarse exclusivamente a preparar sus respectivas candidaturas; y a dedicar todos los esfuerzos del nuevo CD independiente a que ni un solo afiliado se marche del partido después del 11 de julio, porque haya ganado una candidatura diferente a la suya.

Por el momento, ni Andrés Herzog ni Irene Lozano aceptan nuestras propuestas, pero como he dicho al principio, aún faltan 30 días para el Congreso, y eso en política puede ser toda una eternidad.

Soy consciente del esfuerzo titánico que aún deberemos hacer para acercar posturas en un momento en el que los recelos de unos y otros no hacen más que crecer, pero las bases de UPyD esperan mucho de nosotros y no seré yo quien tire la toalla.

Me propongo invitar a todos los candidatos en liza a una reunión multilateral, la primera hasta el momento. Sin prejuicios ni agenda previa. Si reloj. Sin prisas. Quiero que nos miremos a los ojos y nos digamos todo lo que tengamos que decirnos, que rompamos el inmovilismo y que actuemos con grandeza de miras para alcanzar un pacto de mínimos.

Hay que seguir intentado que todos nos alejemos de actitudes cesaristas y excluyentes como las que nos han traído a la difícil situación que ahora vive UPyD. Voy a proponerles que diseñemos entre todos una estructura de poder interno que sea aceptable para todos, con un portavoz neutral, muy pegado a los Estatutos y a las Bases. Después de las Elecciones Generales, pondríamos en marcha –sin prisa pero sin pausa- un IV Congreso ordinario en el que todos volveríamos a debatir, ya con más calma, cómo tiene que ser la UPyD del futuro. La que nos tendrá que llevar a la victoria, dentro de cuatro años, cuando otras posiciones más populistas y mediáticas hayan dejado ver a todas luces que eran sólo cáscara, sin el menor contenido.

Hoy, más que nunca, me reafirmo en mi convicción de que otra UPyD es posible si no volvemos a cometer los errores del pasado, y en que el futuro o es de todos, o no será.

MÁS ALLÁ DE LAS BANDERÍAS

La idea que más se repite estos días entre mis compañeros de UPyD es la necesidad de consenso e integración entre los que propugnamos el cambio, la autocrítica y la regeneración. A pesar de ello, no son pocos los que persisten en las actitudes frentistas que nos trajeron hasta donde hoy nos encontramos, y aún me resulta más sorprendente que algunos lo hagan desde bandos diferentes a los que se encontraban hace unas pocas semanas.

Tenemos que acabar con todo eso. No tenemos más enemigos que el sectarismo, la incomunicación, el alejamiento de la realidad y el desprecio por las bases. Unos enemigos que jamás nos habrían doblegado sin la cooperación necesaria de tantos que ahora se erigen en paladines de la regeneración.

Debemos tomar conciencia de que la beligerancia que crece y se enquista entre nosotros es un peligro real para la supervivencia de UPyD. Tenemos que mirar al futuro con renovada ilusión y unirnos en la defensa del único proyecto que de verdad sacará a España de la crisis social y política que golpea a nuestros atribulados conciudadanos. Hemos de ser conscientes del papel protagonista de UPyD en los cambios que empiezan a producirse en nuestro país, defenderlo con orgullo e impedir que lo prostituyan quienes tratan de apoderarse de él haciéndose pasar por lo que nunca serán de verdad.

En tiempos tan difíciles como éstos es fundamental que rememos todos en la dirección de la libertad y el progreso, con lealtad al proyecto y generosidad con nuestros compañeros. Cada reproche y cada invectiva son oportunidades perdidas de retomar el rumbo necesario, de trabajar por lo que de verdad importa, por lo que nos une y nos debe seguir uniendo: la defensa de los intereses de nuestros conciudadanos y de nuestro hijos.

Es por eso que casi 500 hombres y mujeres de UPyD nos hemos puesto en marcha para impulsar el renacimiento de un proyecto político en el que seguimos creyendo como el primer día, y que sólo será viable con la vuelta a las esencias y el impulso de las bases. Queremos volver a ser lo que fuimos, sin rencillas ni banderías, trabajando con un sólo objetivo, muy por encima de los egos de cada uno de nosotros.