¡Compre independencia!

En pocos minutos empieza la jornada de reflexión de las elecciones autonómicas catalanas, esas que parecen ser un referéndum sobre la independencia de Cataluña. Y lo parece por que así lo han querido los independentistas, y los demás hemos tragado.

Creo que a la mayor parte de los catalanes no les llama mucho lo de la independencia, no se lo plantearían sino hubiera esos intereses políticos que nos mueven en direcciones en la que no nos llama la vida.

¿Alguien cree que un ciudadano catalán de a pie se pone a pensar en que lo mejor es la independencia? Pues no, ellos están tan tranquilos, como el resto de los españoles, pensando en ganarse la vida, en sacar a sus hijos adelante, en conseguir, mejorar o mantener su trabajo, en fin en cosas mundanas, no en esas cosas que harán pasar a la historia a gente como Mas o Junquera. La gente no quiere pasar a la historia, quiere vivir su historia.

Lo que ocurre es que la política, como tantas cosas en la vida, se ha convertido en una actividad comercial, y hay unos creativos que se encargan de diseñar un producto (la independencia) adecuado al mercado (España en crisis) y que reporte buenos beneficios (Impunidad para llevárselo calentito y seguir haciendo negocio)

La independencia es un producto, es lo que la clase política catalana quiere vender, la campaña electoral sólo se ha basado en eso, compra independencia y serás feliz, no habrá más niños pasando hambre, no habrá paro, nos jubilaremos a los 60, no pagaremos por las autopistas…

Es un producto ideal, a veces pienso que deberíamos pedir la independencia de España, así seríamos todos más felices, nos regalarían los libros de texto, no habría paro… En fin, es un producto milagroso la independencia, nada lava más blanco…

El mercado es el más adecuado, España no es guay, era guay cuando ganamos el mundial, era guay cuando Alonso ganaba carreras, entonces salían banderas españolas por todos los rincones, incluidos los de Cataluña. Hace unos meses estuve en un encuentro de jóvenes políticos en el Cercle Catalá de Madrid, en la plaza de España, y ellos lo decían, cuando ser español es guay nadie piensa en la independencia, pero ahora ser español es una mierda… Nos gobierna Rajoy, no hay más que paro y corrupción, ya no somos un ejemplo de desarrollo económico, tenemos que emigrar para encontrar trabajo, la pobreza se extiende por todo el país… Ahora ser español no es guay, es como ser de UPyD, en estos momentos no es nada guay.

Y ¿Qué beneficios son esos que puede reportar la independencia? Pues para los catalanes no muchos, la situación económica de una Cataluña independiente no sería muy diferente de la actual, Cataluña se ha movido y se mueve al ritmo del resto de España, de hecho se ha estado beneficiando durante muchos años de las ventajas que da el tener la llave para aprobar los presupuestos, se han hecho grandes inversiones en infraestructuras que los gobiernos autonómicos han vendido como logros, se han construido autopistas que después han explotado empresas catalanas como La Caixa, aunque eso no se contaba, parecía que era el gobierno español el que que cobraba el peaje. Probablemente a la ciudadanía catalana le reportaría más perjuicios que beneficios la independencia, cerraría su mercado exterior (el mercado exterior de cataluña es fundamentalmente el resto de España) pasarían un largo periodo de tiempo sumidos en una crisis económica enorme, aunque supongo que saldrían de ella, más tarde o más temprano, como saldrá el resto de España, dejándose llevar. Pero habría un gran beneficio, aunque sólo para unos pocos, como suele ocurrir con las grandes decisiones políticas. La clase política catalana lo tiene claro, sobre todo ahora que han empezado a tocar las narices al “molt honorable”, quieren ser una España en pequeño, tener su propio poder judicial controlado para que nadie pueda hurgar en sus trapicheos sin que ellos lo manejen, tener su propia hacienda controlada…

Ahora, aunque sigue todo más o menos templado porque los viejos partidos españoles tienen tanto o más que ocultar que los viejos partidos catalanes, empiezan a ver las orejas al lobo, puede que pasado mañana algún nuevo partido sin secretos que guardar ni deudas que pagar, les busque las vueltas como le ha empezado a pasar al ”molt honorable”, y eso es inasumible. Buena parte de las grandes fortunas de este país se han forjado en despachos de políticos y esto no se puede permitir que se vaya de las manos, así que lo mejor es tenerlo atado y bien atado, y para eso hay que mandar, y harán lo que sea por mandar y que no les manden a la cárcel y seguir chupando del bote.

El problema de la independencia catalana no es un problema de Cataluña, es un problema creado en toda España por la clase política, un problema basado en el mamoneo, en la corrupción, en generaciones adoctrinadas, sin educación en más valores que el pelotazo y sin más futuro que la aparición de líderes iluminados, que volverán a dar otra vuelta a la historia haciéndonos pasar de nuevo por las páginas más amargas que nuestros ancestros escribieron.

Eso es lo que hay.

Bicefalia en UPyD: ¿Pero qué invento es ese?

Se está planteando en los foros de debate en los que participan afiliados de UPyD, que ni son muchos ni son oficiales, una cuestión que puede resultar fundamental para nuestro futuro más próximo.

En el grupo en el que trabajo para intentar reflotar nuestro proyecto, entre otras prioridades, hay una fundamental. Se trata de garantizar la neutralidad de los órganos del partido en los procesos electivos internos. Sin entrar en los detalles de las prácticas que haya podido haber y que nos hacen dar tanta importancia a este problema, consideramos que es algo fundamental, y que recoge el espíritu de nuestro manifiesto e incluso de nuestros estatutos, aunque luego su aplicación pueda estar en tela de juicio.

El problema es que cada punto de vista pone a esta cuestión un traje u otro. Yo incido en lo coherente que es garantizar la neutralidad, hay quien incide en lo peligroso que es que existan dos cabezas visibles en el partido.

Considero que la elección de un nuevo Consejo de Dirección no debe influir sobre el proceso de primarias que se habrán de celebrar para elegir a quien encabece nuestra lista para las elecciones generales. Hay quien piensa lo contrario, que quien sea portavoz del Consejo de Dirección habrá de ser cabeza de lista de las generales. Esta forma de verlo creo que banaliza absolutamente uno de nuestros más sagrados procedimientos: las Primarias.

Si el portavoz del Consejo de Dirección ha de ser cabeza de lista para las generales, ¿Para qué hacemos las primarias? ¿es una mera justificación para aparentar que mantenemos nuestros principios? Yo no lo veo así. Si hacemos primarias debe ser porque creemos que es la mejor forma de conseguir a la persona más capacitada para encabezar la lista, y para presidir el gobierno de nuestro país, indudablemente.

Además este razonamiento es aplicable al resto de niveles, Consejos Territoriales con elecciones autonómicas, Consejos Locales con Elecciones municipales… Así se entiende que algunos compañeros se resistieran a dejar paso a otros en la coordinación de los órganos cuando accedían a un cargo público. Yo lo hice, dimití como Coordinador del Consejo Local y se celebraron elecciones. El funcionamiento de UPyD en nuestro municipio no se resintió ni un ápice por esta cuestión, durante cuatro años hemos trabajado en sintonía, con alguna pequeña diferencia, por supuesto, pero que se ha arreglado sin mayor complicación y que ha enriquecido el trabajo. Claro que ambos, el Coordinador (y portavoz) del Consejo Local, y yo, como Portavoz del Grupo Municipal, teníamos un interés común: trabajar con UPyD por nuestros vecinos. Si hubiéramos antepuesto nuestros intereses personales probablemente habríamos tenido problemas. Si hubiéramos trabajado pensando en quién estaba mejor posicionado para las siguientes primarias habríamos tenido problemas…

Banalizar las primarias no es la única incoherencia de ese planteamiento. Hay otro, no sé si más o menos grave, pero igualmente importante: para garantizar que un órgano sea neutral ante cualquier proceso electoral no parece adecuado que quien dirige ese órgano, quien lo representa y es su cara visible, sea parte interesada del proceso electoral. No creo que haya que dar muchas explicaciones del porqué. Es verdad que no se puede conculcar el derecho de cualquier afiliado a presentarse a elecciones primarias y no planteo que se prohíba tal cosa. Sólo garantizo que yo no me presentaré.

Mi intención es trabajar para reflotar nuestro proyecto, no posicionarme para el futuro, ni convertirme en el cartel de UPyD para las elecciones.

Quizá debamos plantearnos en el futuro, en un IV Congreso con capacidad para cambiar nuestros estatutos, la solución a este problema. Quizá deba existir la posibilidad de una excedencia temporal. Es sólo un ejemplo de solución definitiva que sólo podrán decidir los afiliados, pero en este momento tan crítico y convulso yo no veo otra alternativa que garantizar la completa neutralidad del Consejo de Dirección que elegiremos el 11 de julio.

El nuevo CD tiene por delante una tarea ingente para llevar a buen puerto la reconstrucción del partido, y las primarias deberían celebrarse lo antes posible: en septiembre. Cuando hayamos elegido a la persona que encabezará nuestra lista al Congreso por la circunscripción de Madrid, todos tendremos que trabajar para que obtenga el mejor resultado posible, y esa persona tendrá que poner su mayor esfuerzo para que esto se cumpla.

De que UPyD siga adelante, de que los afiliados recuperen la ilusión, de que los que se fueron desilusionados vuelvan y nos presten su esfuerzo, de que dispongamos de las mejores herramientas posibles para realizar una buena campaña, de todo eso, nos ocuparemos desde el Consejo de Dirección.

Mi propuesta no es la bicefalia, sino la neutralidad. Creo sinceramente que es la única manera de conseguir la deseada cohesión interna de UPyD.

EL FUTURO DE UPyD TIENE QUE SER DE TODOS, O NO SERÁ

Faltan 30 días para la celebración del III Congreso de UPyD, en el que elegiremos entre todos un nuevo Consejo de Dirección.

Fieles a nuestra vocación de diálogo e integración, la Candidatura de las Bases sigue manteniendo reuniones con todos los demás aspirantes a dirigir el partido, aunque los resultados aún sean insatisfactorios, ésa es la verdad.

Este viernes me he reunido personalmente con Irene Lozano, tras otro encuentro con Andrés Herzog. Con ella el escollo es el mismo que con él: ambos quieren ser líderes del partido y cabezas de lista en las próximas Elecciones Generales y se oponen a que el nuevo Consejo de Dirección de UPyD sea un órgano neutral que vele por la limpieza de las primarias.

Andrés e Irene comparten una radical oposición a lo que ellos denominan “bicefalia”, y que en la Candidatura de las Bases consideramos parte de la identidad irrenunciable de UPyD: la necesidad de que el aparato del partido sea completamente neutral cuando los afiliados se enfrentan en elecciones internas, y que sea un órgano eficaz para integrar a ganadores y perdedores, una vez terminadas las primarias. Además ambos se declaran irreconciliables el uno con el otro, premisa que reduce considerablemente las posibilidades de llegar a acuerdos multilaterales.

Con los dos me he comprometido a no presentarme a las elecciones primarias que habrán de celebrarse en septiembre; a reorganizar entre tanto la estructura interna del partido, para que ellos puedan dedicarse exclusivamente a preparar sus respectivas candidaturas; y a dedicar todos los esfuerzos del nuevo CD independiente a que ni un solo afiliado se marche del partido después del 11 de julio, porque haya ganado una candidatura diferente a la suya.

Por el momento, ni Andrés Herzog ni Irene Lozano aceptan nuestras propuestas, pero como he dicho al principio, aún faltan 30 días para el Congreso, y eso en política puede ser toda una eternidad.

Soy consciente del esfuerzo titánico que aún deberemos hacer para acercar posturas en un momento en el que los recelos de unos y otros no hacen más que crecer, pero las bases de UPyD esperan mucho de nosotros y no seré yo quien tire la toalla.

Me propongo invitar a todos los candidatos en liza a una reunión multilateral, la primera hasta el momento. Sin prejuicios ni agenda previa. Si reloj. Sin prisas. Quiero que nos miremos a los ojos y nos digamos todo lo que tengamos que decirnos, que rompamos el inmovilismo y que actuemos con grandeza de miras para alcanzar un pacto de mínimos.

Hay que seguir intentado que todos nos alejemos de actitudes cesaristas y excluyentes como las que nos han traído a la difícil situación que ahora vive UPyD. Voy a proponerles que diseñemos entre todos una estructura de poder interno que sea aceptable para todos, con un portavoz neutral, muy pegado a los Estatutos y a las Bases. Después de las Elecciones Generales, pondríamos en marcha –sin prisa pero sin pausa- un IV Congreso ordinario en el que todos volveríamos a debatir, ya con más calma, cómo tiene que ser la UPyD del futuro. La que nos tendrá que llevar a la victoria, dentro de cuatro años, cuando otras posiciones más populistas y mediáticas hayan dejado ver a todas luces que eran sólo cáscara, sin el menor contenido.

Hoy, más que nunca, me reafirmo en mi convicción de que otra UPyD es posible si no volvemos a cometer los errores del pasado, y en que el futuro o es de todos, o no será.

MÁS ALLÁ DE LAS BANDERÍAS

La idea que más se repite estos días entre mis compañeros de UPyD es la necesidad de consenso e integración entre los que propugnamos el cambio, la autocrítica y la regeneración. A pesar de ello, no son pocos los que persisten en las actitudes frentistas que nos trajeron hasta donde hoy nos encontramos, y aún me resulta más sorprendente que algunos lo hagan desde bandos diferentes a los que se encontraban hace unas pocas semanas.

Tenemos que acabar con todo eso. No tenemos más enemigos que el sectarismo, la incomunicación, el alejamiento de la realidad y el desprecio por las bases. Unos enemigos que jamás nos habrían doblegado sin la cooperación necesaria de tantos que ahora se erigen en paladines de la regeneración.

Debemos tomar conciencia de que la beligerancia que crece y se enquista entre nosotros es un peligro real para la supervivencia de UPyD. Tenemos que mirar al futuro con renovada ilusión y unirnos en la defensa del único proyecto que de verdad sacará a España de la crisis social y política que golpea a nuestros atribulados conciudadanos. Hemos de ser conscientes del papel protagonista de UPyD en los cambios que empiezan a producirse en nuestro país, defenderlo con orgullo e impedir que lo prostituyan quienes tratan de apoderarse de él haciéndose pasar por lo que nunca serán de verdad.

En tiempos tan difíciles como éstos es fundamental que rememos todos en la dirección de la libertad y el progreso, con lealtad al proyecto y generosidad con nuestros compañeros. Cada reproche y cada invectiva son oportunidades perdidas de retomar el rumbo necesario, de trabajar por lo que de verdad importa, por lo que nos une y nos debe seguir uniendo: la defensa de los intereses de nuestros conciudadanos y de nuestro hijos.

Es por eso que casi 500 hombres y mujeres de UPyD nos hemos puesto en marcha para impulsar el renacimiento de un proyecto político en el que seguimos creyendo como el primer día, y que sólo será viable con la vuelta a las esencias y el impulso de las bases. Queremos volver a ser lo que fuimos, sin rencillas ni banderías, trabajando con un sólo objetivo, muy por encima de los egos de cada uno de nosotros.